jueves, 2 de diciembre de 2010

Lhasa De Sela

En 2006 pude ver a Lhasa De Sela en el Lunario. Iba con banda de la Delegación de Québec, entre ellos Diane Parenteau, quien tuvo la oportunidad de entrevistarla en Nueva York y la gracia de saltarse cualquier tipo de protocolo y aceptarla como nueva inmigrante en esas tierras, donde al menos en parte por la forma de ser de los quebecos, se convirtió en una artista mayor. Lhasa tenía diecinueve años y Montréal fue la ciudad de sus amores. Esa noche representó el reencuentro con el país de su infancia, que pasó en un autobús escolar -imagino de colores- entre México y Estados Unidos, con un tipo de educación posthippie. Lhasa sabía que algo no andaba bien y nos lo hacía saber con su voz hipnótica, grave y de blues total. Mayor en verdad. Su garra y energía fueron tan abrumadoras, que empecé a berrear a mitad del concierto. Berrear tal cual. Al final no podía hablar. Me preguntaban si me había gustado y yo pensando qué no se dan cuenta, cállense por favor. Esa noche Lhasa se despidió de nosotros.
Hoy por la mañana regresó su disco homónimo -el último de tres- a mi mp3 y volví a sentir esa pasión en pleno metrobús y ahí andaba de chilletas en Doctor Gálvez, porque al grabar "Anyone and Everyone", Lhasa sabía con certeza que ésa era la última rola. Murió de cáncer el primero de enero de este año. Treinta y siete años vivió entre nosotros. "Lovely lady spider", canta en su disco. Sólo ahora entendí que no volvería a verla.
Les escribo así porque al haberlos conocido durante años, meses o incluso días, me ha quedado claro que son de los que se avientan cada día (o noche) al ruedo, se aventuran en la nada e iluminan a los que tenemos la estrella de rodearlos, al menos unas pocas horas por semana y porque me encanta, admiro y agradezco el trabajo y el arte de cada uno de ustedes. Pueden visitar a Lhasa en http://www.lhasadesela.com/
En otros asuntos, Félix nos pateó toda la noche (a mí me acomodó la nariz y una que otra costilla, Julie no sé cómo salió de la batalla); luego despertó como si nada, con su sonrisota franca y boba, corriendo por todos lados. Finalmente, mi alumno en turno me platicó cómo le encantaba ser asesor financiero en Accenture ¡Qué cosas!
Besos.

martes, 23 de noviembre de 2010

Días de tempestad

Cruza mi vida esa energía encantadora que me tumba, me derrite y se hace humo. Demasiado disperso como para estar frente a las piezas. Al rival le da lo mismo y no aparece, sea que no había taxis o que había demasiados. Me están despedazando y lucho con cuerpoalmadesmembradaperoecuánime para que al final sólo quede el suicidio. Duele y duele en las entrañas, tanto que chillo porque no entiendo cómo sigo siendo un irresponsable. La mañana siempre va a ser distinta, siempre de buen humor porque no son las seis y las ideas se reintegran en armonía. Suena el gong, restrinjo, meto piezas, atrapo una dama incauta, dama ridícula, dama coleccionista de peones. Mato al anciano. Juegan sus francesas y me fascina, los llevo a mi mundo, mi tiempoespacio y mis fantasías, aquéllas de Misha Tal, genio y mano de ave de rapiña con fianchetto blanco. Paso peones, regresa el gozo y llega Vicente. Inoportuno como siempre. Lo odio o pienso que lo odio o decido que esta mañana lo voy a odiar. Me ha exprimido antes. Hoy no es igual. Es el día de la tempestad y del instinto, hoy lo mandamos al infierno, juntos, Karpov y yo. Nada más. Una de cal y estoy volando. Lo que viene es decisivo, es el fin del sueño y es gordo, mucho más que yo, gordo y santurrón, santurrón que no habla, que suda, saluda y me lastima. Le llaman maestro. Molesta. Respira hondo y con trabajos, rasca su cabeza...ya empezó la rascadera. Llevo material mas lo regreso. No puedo ser avaro, no en los días con viento. El caballo va a h4. He esperado dos horas este momento, más de dos horas, he esperado años. Fritzlamáquinadecálculodedosmillonesporsegundoquéinventomásraro piensa lo mismo. Tal cual. No hay remedio. A casa. Propongo seguir volando.

martes, 9 de febrero de 2010

Después del clubdesayuno.

No sabía que era capaz y me temblaban las piernas. Nadie lo valora, dice Merlina. No consideran los años de estudio, las noches en vela, el ensueño ácido con tres o cuatro tazas de café encima, el maestro ido y solitario y roto, el enfoque y resistencia cuando las variantes desvanecen y las piezas se entrecruzan. Así me paro en el centro, respiro y comienzo a la derecha. Consiste tan sólo en hacer trescientos movimientos y no veinte o treinta. Ríen y cantan a mi lado. Me da igual porque el universo se esconde y no quedan más que reyes negros en persecusión, en peligro, en el centro, detrás de un par de peones. Muerto uno tras otro. Sin remedio, en posiciones cómicas o absurdas. Y eso es un domingo en fachascasipijamalenteoscuroychanclas entre el club del desayuno y la comida familiar.

jueves, 12 de junio de 2008

Café Pi

Justo en el barrio portugués de esa ciudad bizarra, en teoría bilingüe y más bien políglota. Pasaron días sin ver la luz. Prohibido fumar, cerveza y no té. Chai, no café. Un movimiento estúpido y todos ríen y no importa porque él no entiende nada. Hay algunos viajeros que sólo ahí han estado. Un japonés, un inmigrante francés, un epiléptico en crisis, un policleto atlético al rescate, un toque en la puerta mientras nieva y tus guantes se apestan. Y nadie quiere ir a casa y todos parecen saber quiénes son, mas no sus nombres. Opinan que tal es como erizo, que aquél gusta de la española o francesa, que conocen las verdades de la casta y descubren lo que piensas y escuchan cuando confiesas lo emotivo y excitable o frívolo que eres. Han pasado horas sin decir una palabra.

miércoles, 11 de junio de 2008

Solidaridad

Esto lo acaba de jugar un cubano en Yucatán. En el Carlos Torre, diciembre 1999. Decía basura y con eso me estafó.
Entonces caminaba mucho y el centro de la ciudad era perfecto. Entre gritos, chundos y policharros, vivía una plaza no menos folclórica frecuentada religiosamente por obsesivosubterráneos a partir de ninguna hora en especial. Si algo me gustaba, era tal vez el olor a comunismo, soledad y derrota que se desvanecía -¿O acentuaba?- una vez iniciada la lucha sobre el tablero. Ahí todos éramos héroes. Alguno había estado en Bulgaria, otro ideado la genial 1. f3 ... 2. Rf2,
un tercero inventado el ajedrez infinito. De vez en cuando teníamos invitados de honor, algún GM o MI despistado en alegre exhibición de partidas simultáneas, a la ciega o con reloj.
Esta plaza ya no existe. Los huéspedes del lujoso hotel Sheraton Alameda nunca habrían podido sentirse cómodos viendo tal espectáculo a través de sus ventanas y así inició una especie de deportación a Sombrereros, justo enfrente del templo de San Hipólito, donde los milagros suceden el 28 de cada mes entre garnachas, algodones y alcancíasanjudastadeo. El antiguo representante nacional en Bulgaria ahora tiene la entrada prohibida; apesta y los demás se quejan. Alguno tuvo cáncer, otro desfalleció en una banca. El resto sigue y me parece un misterio. Próxima parada: Café Pi.

El principio

Tenía diecinueve años y aún menos quehaceres. Hermanos frente al tablero una tarde cualquiera. Sólo observé pensando en lo aburrido que lo que hacían parecía. No tenía idea pues poco después caería cautivo, adicto, del alba al anochecer, en sueños, parques, escuelas, casa, cualquier café, autobús, con y sin pretextos.
Aparecieron torreszapatos, luz y sombra, simetrías, triangulaciones, escaques conjugados, oposición, fianchettos, sicilianas, laberintos de combinaciones, centros de fuego, capturas en passant, reyes viejos y muertos.
Café y tabaco entre activos, vagos, rastas, ciegos, divorciados, disfuncionales, subnormales y algún sacerdote indigenista. Cuatro de la mañana y no han sido ni tres días desde la última vez.
He podido casi dejarlo. Nuestra relación es más saludable, un tanto burguesa, viejos amigos con intereses distintos.
Miradas en puntos dispersos.